La agricultura del carbono
El suelo constituye uno de los recursos naturales más importantes del planeta, y está estrechamente ligado a las prácticas agrícolas que se producen en él.
El suelo constituye uno de los recursos naturales más importantes del planeta, y está estrechamente ligado a las prácticas agrícolas que se producen en él. Además de ser el sustento de nuestra alimentación, producción de forraje, combustibles, medicamentos y fibras para la fabricación de ropa, provee de servicios ecosistémicos como secuestro de carbono, ciclo de nutrientes, almacenamiento y filtrado de agua, además de proporcionar biodiversidad.
La agricultura no ha estado bien vista estos últimos años debido a su industrialización, el mal uso de insumos de origen químico como abonos minerales y fitosanitarios, han provocado en ocasiones contaminación de aguas, suelos y una degradación y pérdida de fertilidad de los suelos como consecuencia de un mal manejo de los suelos y los cultivos.
No obstante, todavía podemos revertir el proceso si nos focalizamos en utilizar prácticas agrícolas que se centren además de en mantener o incrementar las producciones, en el secuestro del carbono por los suelos. Un cambio de paradigma donde empecemos a mirar hacia los suelos en lugar de hacia las plantas que es de donde se sustentan los cultivos. Como parte de un proceso natural, un suelo sano contribuye a la mitigación del cambio climático, ya que puede almacenar carbono en sus formas más estables durante miles de años, por el contrario, un suelo mal manejado y degradado libera carbono en forma de dióxido de carbono, aumentando el calentamiento global.
Recientemente la Comisión Europea ha presentado una comunicación sobre la “Restauración de los ciclos sostenibles del carbono”, a la que le seguirá una propuesta legislativa sobre la certificación de la eliminación de carbono para finales de 2022. El objetivo es llegar a un balance de carbono cero, reduciendo las emisiones y compensándolas con el secuestro de carbono por parte las plantas. El objetivo es que para 2030, estas iniciativas de la “agricultura del carbono” contribuyan con 42 millones de toneladas de almacenamiento de CO2 a los sumideros de carbono naturales de Europa.
Las prácticas agrarias propuestas para determinar la reducción neta de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) están basadas en la aplicación de diferentes prácticas agrícolas, en el caso de cultivos herbáceos extensivos, y en el manejo de cubiertas, para cultivos leñosos, y como estas medidas empleadas produce un incremento del contenido de carbono orgánico en el suelo (COS) favoreciendo el efecto sumidero de los suelos agrícolas. Existen muchos estudios e investigaciones que soportan el reconocimiento de una serie de medidas que favorecen el aumento de los niveles de COS y que a su vez permite mejorar la productividad de los cultivos, de las cuales se refieren a continuación.
Fuente: Iniciativa 4 por mil: el carbono orgánico del suelo como herramienta de mitigación y adaptación al cambio climático en España (2018)
El suelo constituye uno de los recursos naturales más importantes del planeta, y está estrechamente ligado a las prácticas agrícolas que se producen en él.